“¿Cómo te vas a sentar con ese villero?”: lo discriminaron en el tren por su forma de vestir y su respuesta se volvió viral

El lunes 5 de agosto a las 19.10 Lautaro Guzmán se tomó el tren de la línea Roca ramal Alejandro Korn en la estación de Longchamps. Unas paradas más adelante se subió una mujer acompañada por una nena de unos diez años. La niña se sentó en el único asiento disponible, al lado de Lautaro. Pero lo que pasó luego le quedó grabado: “Ella estaba chocha porque había encontrado un asiento vacío, pero la señora la agarró la mano y se la llevó. ‘Vení para acá -le dijo-, ¿cómo te vas a sentar con ese villero?’. No me lo olvido más”.

Pero en ese momento le restó importancia, no le contestó, se puso los auriculares y siguió viaje, sentado solo. A las ocho de la noche tenía que estar ingresando a su puesto laboral: es enfermero, trabaja hace un año en el área de Unidad Coronaria de la Clínica Avellaneda, a cinco cuadras de la estación. Se lo comentó a una compañera quien se indigno totalmente y pensaron en llevarlo a las redes.

Al otro día, ya de mañana hizo el mismo recorrido pero a la inversa y llegó a su casa. Ahí tenía wifi y pudo publicar su respuesta en las redes sociales: “La gente va por la vida juzgando por las apariencias. Acá el ‘villero’ con el que no me siento en el tren. Señora, ojalá nunca necesite de mí, porque para su fortuna la voy a ayudar traiga la ropa que traiga”.

https://www.facebook.com/BraianLautaroGuzman/posts/3317613004923401

La potencia del mensaje estaba reforzada por una imagen. A su compañera le había pedido que le sacara dos fotos: una con la vestimenta con la que había llegado, otra con su ambo de trabajo. Sus zapatillas deportivas son lo único que se repiten. La gorra, la campera del Barcelona, el estereotipo “villero” que había confundido a la pasajera, solo era su ropa. “Siempre voy a trabajar así, es más cómodo”, dijo.

Lautaro dijo que lo puso “por poner” y que ni siquiera pensó lo que había escrito. La publicación se viralizó: 80 mil veces compartido en Facebook. “Ese día no dormí. Me empezaron a llegar mensajes y felicitaciones por todos lados. Me pareció una locura todo lo que pasó”, confesó el joven.

“Al principio no le di mucha importancia -narró Lautaro-. No me pareció nada grave, era solo el comentario de una señora equivocada. Después me puse a pensar un poco en el prejuicio. Sentí un poco de bronca cuando llegué a mi trabajo y me cambié la ropa. Se terminó enterando todo el mundo, desde los médicos hasta el director de mi clínica. Y me apoyaron porque saben quién soy”.

“No sé qué habrá pensado la señora, si era un pibe chorro o qué. No sé a dónde se la habrá llevado a la nena. Pero sí, es feo, te sentís un poco rechazado. La nena tranquilamente podría haberse sentado conmigo”, comprendió. No es la primera vez que le pasa: “Cuando voy al trabajo vestido así, siempre te miran. Yo soy cero conflicto, soy un pibe tranquilo. Eso sí, cuando vuelvo en el tren con el ambo, vienen y se sientan sin problemas”.

Lautaro tiene 22 años, es enfermero y fanático de River. Vive en Longchamps con su mamá Marta, ama de casa, y su papá José Luis, metalúrgico. En su familia, es el único que estudió. Su papá no quería que trabajara: “Decía que si yo empezaba a trabajar me iba a gustar la plata e iba a dejar la carrera”. En 2017 se recibió de enfermero profesional en la Cruz Roja Filial Almirante Brown y en simultáneo realizó un posgrado de Hemodinamia en la Universidad Favaloro.

En 2017, cuando participó del Congreso Latinoamericano de Cardiología Intervencionista.

Su primer trabajo formal fue en la Clínica Avellaneda, pero antes, desobedeciendo a su padre, hizo changas de albañilería con sus tíos y carteras con una amiga de la familia: “Me pagaba creo que cien pesos la hora. Pintaba cueros, ponía las tachas, hacía cualquier cosa, pero siempre a la espalda de mi viejo que se iba a las cinco de la mañana a laburar y volvía de noche, y no se enteraba. En mi casa no nos sobra nada”.

Cuando le preguntaron que le diría a esa señora que lo juzgó por su apariencia si la cruzara de nuevo contestó: “La invitaría a sentarse conmigo y que me acompañe hasta mi trabajo o hasta mi casa. Le contaría quién soy, qué hago”.

Con información de Infobae.com