Dolor en el zoológico de Mendoza por la muerte del oso Arturo

Tenía 30 años y su nombre e historia llenaron páginas de cientos de medios nacionales e internacionales. Pedidos de traslado y largos enfrentamientos entre funcionarios y defensores de los animales marcaron sus últimos años.

El oso polar Arturo falleció la tarde del domingo en el zoológico de Mendoza.

Presentaba un cuadro clínico terminal debido a su avanzada edad y, a pesar de los esfuerzos del cuerpo médico veterinario, había ingresado en un proceso de descompensación y deterioro marcado irreversible. “El viernes el equipo de veterinarios y los funcionarios de Ambiente se apostaron junto al animal para acompañarlo y que su deceso fuera tranquilo”, comunicó el gobierno mendocino.

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Durante los últimos días, el oso polar presentaba un cuadro médico terminal grave por su avanzada edad y diversas complicaciones físicas de deterioro. Entre otras, pérdida total de apetito, consecuente disminución de su peso y pérdida de visión y olfativa.
Con ocho años de edad llegó al zoológico de la provincia en 1993 desde Estados Unidos y pasó 22 años de su vida en ese paseo. El oso polar Arturo era un animal de casi 31 años de edad y con un promedio de vida superador a lo habitual de esta especie, en un contexto de encierro, puesto que en hábitat natural el promedio de vida se extiende hasta los 20 años aproximadamente.
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En 2012, Arturo fue noticia porque Winner, el otro polar que habitaba en el Zoológico de Buenos Aires moría tras una ola de calor. Así, él se convertía en “el oso más triste del mundo” y la catarata de pedidos para reclamar su trasladado a Canadá no tardaron en llegar, involucrando a personalidades de mundo de espectáculo que insistieron una y otra vez a través de las redes sociales para que Arturo viviera sus últimos días en la reserva canadiense para estos especímenes.